Respeto también es autocuidado
Un olvidado del self-love
No importan los caminos que elijamos para cuidar de nosotras, siempre hay una voz en el fondo diciendo que hemos fallado o que no se está haciendo lo correcto. Si bien, el movimiento Self-love ha promovido la visión y reconocimiento de que el autocuidado, más la aceptación de quienes somos son importantes, todo esto ha pintado un escenario ideal en el que ir a clases de yoga todas las mañanas, tener una excelente rutina de skincare y cuidar religiosamente de nuestra alimentación son las actividades que permitirán que todo el mundo y, por ende nosotras mismas, podamos distinguir cuando sí se ve el autocuidado.
Si bien estos hábitos claro que suman a nuestro bienestar general, existe el mito persistente de que cuidar de nosotras mismas sólo se da de una manera, es evidente y tiene una meta fija a la cual llegar, por lo que cualquier otra acción que no haya pasado por la aceptación y reacción viral de la sociedad no es suficiente.
Es dentro de este contexto que el concepto de respeto queda excluido de nuestra percepción sobre lo que hacemos o hemos hecho para tener una mejor experiencia de vida. Detente por un momento y piensa qué te viene a la mente cuando escuchas esta palabra ¿A qué lugares te lleva? ¿Te recuerda a una persona en particular? Y a partir de ahí, ¿cuál dirías que es tu definición actual del respeto?
Al hacerte estás preguntas me gustaría que notaras que, cuando se trata de compartir lo que percibimos siempre es en razón de alguien o algo más, es así que puede ser más sencillo que podamos definir el respeto como una virtud que implica reconocimiento, aceptación y valoración hacia otra persona, y rara vez algo que hacemos con nosotras mismas.
Como psicóloga, en varias ocasiones durante los acompañamientos terapéuticos me encuentro con mujeres que creen no estar haciendo nada por cuidarse, por darse “lo mejor” o que incluso ven como insuficientes las mil actividades que realizan en cada momento de su día.
Volvemos al fabuloso mito de que respetarse solo se ve cuando elegimos una manzana como snack en lugar de las deliciosas papas con salsa valentina. No hay una valoración y validación de que, antes de tomar esa decisión aparentemente simple, pasamos por el juicio, la resignación y la duda; abrimos la caja de Pandora sabiendo que será laborioso y casi imposible volver a cerrarla con tal de conseguir sentirnos mejor.
Esto ha implicado entonces respetarnos a nosotras mismas, darle el espacio a esas partes que consideramos feas, desagradables, caóticas y descontroladas con la certeza de que vale la pena observarnos como somos en ese momento, con qué contamos y qué deseamos hacer con todo eso.
La siguiente ocasión que te encuentres con el dilema sobre la manera en la que practicas el autocuidado te invito a hacer una pausa y preguntarte si estás reconociendo todas esas acciones invisibles al mundo, pero tangibles para ti que te hacen sentirte respetada.
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