¿Siempre se disfruta ser mamá?
Cada vez que tengo una primera sesión con una persona nueva, es muy importante para mí poner atención en cómo se identifican. Desde el aspecto del género, hasta su profesión o aspiraciones de vida. Todas las personas tratamos de encapsular nuestra existencia en una sola burbuja.
Con esto en mente, un día llega una nueva consultante que se presenta de la siguiente manera: “Hola, soy X y soy mamá”. Acto seguido rompe en llanto y me dice: “Odio ser mamá, perdóname, estoy segura que eso me convierte en un monstruo, pero lo odio”. Yo no veía a un monstruo, era una mujer tratando de crear una relación nueva con un ser humano que, por ahora, dependía mucho de ella.
Esta historia me hizo querer conocer más sobre las perspectivas de otras madres a mi alrededor y lo sorprendente fue que la gran mayoría negaba y se horrorizaba cuando les preguntaba: ¿Alguna vez te dan ganas de no ser mamá? “No, pero ¿cómo se te ocurre? Eso es lo más bello que hay, es el milagro de la vida”, me decían.
Mi siguiente duda entonces fue, ¿siempre disfrutas ser mamá? Y muchas de las respuestas tristemente sonaban muy parecidas a “es lo más bello, no puedes dejar de ser mamá. Cuando te conviertes en madre, la forma en la que te sientes pasa a segundo plano”.
De acuerdo con las respuestas, cuando se es madre (por decisión propia o no), no hay espacio para las dudas o el malestar de llevar a cabo este papel que se construye de forma sociocultural. La maternidad es otro lugar en donde, como mujeres, no tenemos permiso de expresar las mil emociones y pensamientos que pueden aparecer alrededor de esta experiencia.
¿Qué le hace pensar a la sociedad que todo el tiempo disfrutas ser mamá? Aún teniendo hijas o hijos, una mujer se enfrenta a construir una versión de sí misma que empate con la fantasía romántica de ser mamá, que aflore el “instinto materno” y que eso sea la única guía para sacar lo mejor de la experiencia.
No necesitamos cubrir a la maternidad con el velo de que siempre hay felicidad, gozo, disfrute. Que la consultante dijera “odio ser mamá” no era una declaración formal de que abandonaría a su hijo por tener días malos o retadores. Por eso, me parece muy valioso generar más espacios de autocuidado donde se puedan explorar, sin miedo al juicio, las partes que en este caso no hacen disfrutable la experiencia de ser madre.
Podemos ayudarnos a convivir con las mil facetas de la maternidad, liberarnos del miedo y recordar que se vale decir: “HOY no disfruté ser mamá, me sentí mal, desconectada o cansada, soy simplemente un ser humano”.
Comenta, comparte, conecta