Las maravillas detrás de aprender a soltar
¿Será que dominamos el arte del desapego?
Nos encontramos aferradas a cosas, personas y situaciones que no sirven o no suman y que sólo drenan de manera física y emocional. En un instinto de supervivencia, tal vez, hacemos uso como nadie del famoso dicho: “más vale bueno por conocido, que malo por conocer”. Y es que a veces es más fuerte el miedo de dejar ir para enfrentarnos a lo desconocido.
Los últimos dos años de mi vida me han dejado uno de los aprendizajes más grandes: aprender a soltar. Se dice bien fácil, pero es una habilidad invaluable que abre puertas hacia el crecimiento en todas las áreas posibles, pero también hacia la paz mental.
Y quiero ser muy clara en algo: soltar no es lo mismo que rendirte, sino liberarte del peso que te ata a todo aquello que te impide avanzar, tener claridad y bienestar. Y ojo, porque hay que ser muy cuidadosas con todo aquello que merece seguir siendo sostenido, sobre todo en un mundo en el que queremos todo rápido, fácil o inmediato.
La pregunta del millón: ¿cómo aprendemos a soltar? Por supuesto que es un ejercicio que requiere mucha introspección, aceptación, paciencia y práctica constante. No es un proceso fácil pues constantemente la voz de la autocrítica se hace presente y aparecen las resistencias a dejar -como dije antes- lo que ya conocemos, por doloroso o pesado que sea.
¿Te estás preocupando por algo que no está en tus manos solucionar? Suelta. ¿No es tu responsabilidad? Suelta. ¿Te está generando sentimientos negativos o no te deja dormir por las noches? Suelta. ¿Estás haciendo lo que puedes para avanzar o estás accionando de manera concreta para que algo suceda? Entonces suelta y deja que las cosas se acomoden. ¿Cuál es la necedad de luchar contra la corriente cuando lo más fácil es fluir con ella?
Entonces ¿cuáles son los beneficios?
Primero, una sensación de ligereza que difícilmente vas a experimentar con otra cosa. Hablando con algunos amigos y amigas, lo hemos comparado con el sentimiento de dejar un trabajo que te hace infeliz, sabiendo que te espera otro lugar increíble en el que vas a desarrollar todo tu potencial y a brillar como nunca.
Al dejar de lado el peso emocional, no sólo te sientes más liviano, sino también más libre para explorar nuevas posibilidades. Te despides de expectativas ajenas o autoimpuestas, de relaciones que no te aportan o que son tóxicas y de todos esos miedos absurdos y paralizantes. Por muy cliché que suene, cuando dejas ir, abres espacio para que lleguen nuevas experiencias, personas y aprendizajes, que sí estén alineadas a tus valores y deseos más profundos.
Creo fielmente que aprender a soltar tiene mucho que ver con el amor propio, porque asumes un compromiso que no sólo implica disfrutar plena y conscientemente tu presente, sino también abrazar la incertidumbre que odiamos, para verla como una oportunidad de crecimiento. ¿Qué maravillas crees que podrías descubrir al deshacerte de ese peso?
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