Trastorno dismórfico corporal: ¿qué es y cómo superarlo?
Hace unos días quedé impactada con un reel que apareció en mi feed: una niña asiática entre 4 y 5 años de edad es captada observándose frente al espejo. Se ve cómo pone especial atención en su pancita, se gira para notar de lado como se ve, sume la panza y vuelve a ponerse de frente. La descripción decía que a su temprana edad ya era consciente de que tener abdomen plano era lo mejor, comparado con la que conocemos como “pancita de bebé”.
Una vez más el patriarcado tuvo éxito, una mujer más que crecerá preocupada por su aspecto físico y, es que parecería que el cuidado corporal no está para nada correlacionado con los posibles indicios del Trastorno Dismórfico Corporal (TDC), pero muchas veces la fijación por el aspecto de una o varias partes de nuestro cuerpo es lo que se consideraría como uno de los síntomas del TDC.
De acuerdo con un estudio realizado por parte de la Universidad La Salle, de enero a marzo de este año se reportó que entre el 1.7 % y 2.4 % de la población mexicana vive con este trastorno y de esa cantidad al menos el 60 % son mujeres.
Aunque este estudio hace hincapié en que las mujeres jóvenes que crecen en entornos socioeconómicos de clase media a alta son más propensas a desarrollar el trastorno debido a que tienen mayor exposición a las redes sociales a más temprana edad, una de las principales causas del TDC es el bullying que realmente no distingue etnia, clase social o económica.
Como todos los trastornos mentales, el TDC vive una mimetización con la cultura de belleza y moda, como ese fenómeno extraño en el que “sabes” que tu talla de pantalón es 9, pero vas a una tienda en la que resulta que eres talla 14 y en la siguiente tienda eres 38, por lo que regresas a casa pensando qué te falta cambiar de tu alimentación, cuánto ejercicio haces o no, así como remedios para arreglar eso que “no se ve bien”. A la larga, quienes viven con este trastorno se aíslan de entornos sociales, desarrollan ansiedad, muestran dificultad para llevar acabo sus actividades diarias y en algunos casos el punto final es el suicidio.
Si bien la sugerencia más frecuente es la de alejarse de entornos que promuevan el juicio al cuerpo, realmente no es una solución, ni ayuda, pues somos parte de una sociedad, por lo que será importante trabajar a través de terapia cognitivo conductual y en algunos casos recurrir a psiquiatras que puedan esclarecer qué medicamentos se necesitan en la recuperación o bien la adaptación al TDC.
Hoy en día hay nutriólogas que se han especializado en tratar el TDC y que ofrecen espacios seguros para ayudar a las personas a construir una mejor relación no solo con la comida, sino también con el cuerpo.
Personalmente les sugiero checar el perfil de la nutrióloga Melissa Vásquez con su proyecto @FOOD4MYWELLNESS.
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